.Arrojé el humo sobre el aire contaminado de la ciudad, sobre el descapotable del niñato desocupado, sobre las sábanas que me daban calor, sobre la fortuna que mis manos despedazaban, sobre los intereses en los que jamás ahondé, sobre las maravillas que me esperaban más allá del aféizar, sobre las desgracias que aguardaban bajo la almohada, sobre la jodida nube de recuerdos quue me haría desaparecer por el desagüe, sobre tus palabras, sobre mis planes de futuro.
Y comencé a fumar el tercer cigarro del cajetín que había comprado aquella tarde, como el escritor desolado que lo tiene todo y le falta el amor, como la adolescente que empieza a fumar porque necesita motivarse, como la ninfómana en abstinencia, como el marinero sin barco, como la flor sin tierra, como el incendio sin llamas o como el Madrid de sábanas para una sola persona.
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