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domingo, 21 de septiembre de 2008




~Afuera llovía, llovía ni demasiado débil, ni demasiado fuerte, simplemente llovía. Y los recuerdos sin fantasmas afloraban con cada gota. Éstas golpeaban el cristal que la separaba de la realidad, débilmente, como si no quisieran romper la frágilidad irrompible de aquel mundo que ella tenía alrededor. Una tarde lluviosa de domingo, nada más, con una voz argentina afirmando que no se puede vivir del amor, cosa que ella corroboraba con firmeza, mientras algo dentro de su cabeza continuaba sacabdo recuerdos y arrojándolos al frío alrededor. Oscurecía, oscurecía y el lunes cada vez estaba más cerca. Los retos se presentaban a partir de las 7:00 a.m. y ella no podía eludirlos, no podía fallarse a sí misma y menos rendirse tan pronto. Tampoco pensaba rendirse tarde, simplemente, no pensaba hacerlo. Sabía que en ella había fuerza suficiente para continuar hasta el final, y escribía ahora precisamente para hacérselo saber y para poder mirarlo en un blog extremamente raro cuando necesitarse convencerse en los momentos más perros, más duros, menos constantes.

Decidió transgredir la norma de la comodidad y aceptar, que si su vida iba cambiando, ella tenía que cambiar con ella, y eso suponía aceptar muchas más resposabilidades de las que habitaban en su vida hasta hacía muy poco.

Y sin embargo, había cosas que por tiempo que pasase, parecían no pirarse.


http://es.youtube.com/watch?v=W3x4HvXTyGQ

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