.Un sexto sentido me decía que debía espaciar mis encuentros, disimular mis pasiones, añadir a nuestro trato una porción de indiferencia. Pero un instinto de destrucción más poderoso que mi sexto sentido me empujaba a perseverar en el error. Lo cultivé con tanta minuciosidad que la historia no duró más de dos semanas (aunque en realidad se alargase peligrosamente en el laberinto de mi tiempo).
El mundo; Juan José Millás
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