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martes, 22 de diciembre de 2009

.Sucede que la música nos embriaga, rueda por nuestras venas, se cuela entre los huecos de nuestros sentimientos y consigue llegar hasta lo más profundo de nosotros.

Es por esto que la música llega a formar parte de nuestra vida, de nuestras relaciones con los demás, de las etapas que atravesamos.

Y me resulta maravilloso, a la par que aterrador, la existencia de las que yo considero como canciones prohibidas; esto es, esas canciones que te prohíbes escuchar porque, debido a su asociación con los sentimientos que afloraron en una etapa determinada, hieren lo más profundo de ti, devoran todo sentimiento positivo y deja en los labios un sabor a nostalgia recia.

Ocurre que estas canciones quedan sepultadas, olvidadas y asfixiadas en el oxidado pasado, hasta tal punto que puedes incluso a recordar otras canciones mientras escuchas alguna de estas canciones prohibidas, ya que su capacidad para despertar sentimientos adormecidos es tal que hasta las alimañas más famélicas que has podido cruzarte pueden llegar a dominarte.

Me asustan las canciones prohibidas por pocas que puedan ser; yo ya he conocido unas cincuenta, y hasta les he cambiado el nombre para que no me hiriesen tanto, pero siempre tienen un as guardado en la manga.

Pienso que es increíble el poder de los fantasmas y criaturas oscuras que nosotros mismos nos creamos y la capacidad de éstos para manifestarse a través de las notas, las imágenes o las palabras.

Autumn leaves.

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