Pasas la vida huyendo hacia delante porque lo que hay detrás de ti se va desmoronando bajo tus pies dejando sólo una nebulosa de recuerdos, cicatrices y sonrisas tatuadas. Te das cuenta de que quieres a tus padres no sólo porque te hayan dado la vida sino porque, entre otras cosas, son los únicos que saben soportar tu soberbia sin hacerte daño. Te rodeas de gente y seleccionas a los que serán tus amigos, te das cuenta de que a veces eliges mal y te regodeas en el error hasta encontrar la salida. Y así siempre.
No hay retroceso. La gente se va, tú te vas, los ritmos empiezan a ser cada vez más desiguales y te quedas con los recuerdos e intentando estirar los brazos lo máximo posible para no perder a los que más quieres. Y, si lo deseas realmente, lo consigues. Aunque la otra persona esté en Cáceres, en Sicilia, en México o en Nueva Delhi. Lo consigues. Porque la comunicación nos da el poder de unir y de separar lo que queramos.
Por eso amo la comunicación. Porque es la última esperanza que me queda para confiar en la humanidad.
1 comentario:
En efecto, el tiempo es de las pocas cosas fiables... Siempre va en la misma dirección y siempre a la misma velocidad. Con él sí podemos contar!
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