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martes, 23 de febrero de 2010


.Lo que ella tardó en percibir dos segundos, él había tardado en percibirlo varios meses, pero nunca era tarde.
Ya que él jamás volvería a su lado (y ese era un sentimiento unánime), estaba bien que pudiese crecer como persona, y aquel hecho formaba parte de la primera etapa.
La cuarta era echar a volar hacia sus sueños, libre de toda cadena del pasado o del futuro, libre del yugo del presente.
En algún sentido, los dos eran igual de extraños, y una característica insólita era el echar de menos las agujas de la historia, que, aunque ambos tuviesen momentos muy buenos, también habría momentos de soledad.
Porque uno de sus puntos en común era la necesidad de la soledad, el opio del recuerdo, los vestigios del tiempo.

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