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domingo, 28 de febrero de 2010

Miraba atrás e intentaba hallar un bonito "modo olvido", pero no lo había. Él me lo había puesto tan complicado que cualquier recuerdo de aquella etapa era en este momento un borrón de colores tristes, y me había hecho sentir tan sumamente ajena y rezagada en mí misma que era imposible pensar que en todo aquello había algo brillante. Lo más brillante fue la lluvia de cenizas, lo único que alcanzaba a ver cuando miraba hacia atrás.
Habrá que esperar al siguiente tren o tirarse a la vía.

martes, 23 de febrero de 2010


.Lo que ella tardó en percibir dos segundos, él había tardado en percibirlo varios meses, pero nunca era tarde.
Ya que él jamás volvería a su lado (y ese era un sentimiento unánime), estaba bien que pudiese crecer como persona, y aquel hecho formaba parte de la primera etapa.
La cuarta era echar a volar hacia sus sueños, libre de toda cadena del pasado o del futuro, libre del yugo del presente.
En algún sentido, los dos eran igual de extraños, y una característica insólita era el echar de menos las agujas de la historia, que, aunque ambos tuviesen momentos muy buenos, también habría momentos de soledad.
Porque uno de sus puntos en común era la necesidad de la soledad, el opio del recuerdo, los vestigios del tiempo.

sábado, 20 de febrero de 2010


.Hola, hola. De un tiempo a esta parte te echo de menos frencuentemente y creo que eso no es bueno.

lunes, 8 de febrero de 2010

Vuelve e inventa una despedida, finjamos que la tuvimos.

.Sabes? lo he estado pensando mucho. Durante mucho tiempo, pensé que nunca me mereciste, que todos aquellos atributos que me empeñaba en otorgarte no eran más que ilusiones y viñetas que yo me inventaba para hacerte más placentero, ya sabes. Estabas lejos y necesitaba un buen recuerdo tuyo hasta que mi vida girase sobre sí y encontrase un nuevo punto sobre el que yo pudiese derramar mi tinta grisácea. Pero, en lugar de encontrar ese punto, hallé una cadena infinita de recuerdos y de espacios vacíos que tenían relación no contigo, pero sí con el amor o con la necesidad de usar los recuerdos agradables para algo que no fuese llorar; no lo tengo claro.
En cambio, ahora mi vida se ha colocado en el mismo decorado en el que se haya inserta la tuya, pero creo que actuamos en secuencias distintas.
Te llamé a gritos durante un mes entero, pero nunca contestaste. Ahora pienso que lo que en un principio me pareció la cosa más descabellada del mundo es en este momento lo más sensato.
Quería rematar todos esos cabos sueltos que dejamos en aquella historia; por imperfecto, era el guión más preciso del mundo.
Estaba asustada, ahora estoy resignada también. No sabes la dificultad que he tenido siempre para dejar de amar las historias pasadas, encuentro encantador su poder erosivo.
Si te estoy imaginando a mi lado, con la banda sonora de mi ritmo triste es porque... en realidad no lo sé, pero creo que tiene algo que ver con nuestra incompatibilidad. Nunca intentamos ponernos a prueba, y con tanta distancia eso era algo insólito. Tiene gracia, hicimos todo lo posible para quitarle brillo a la historia. Hubiese sido más fácil insultarnos, pelearnos, poner las cartas sobre el mantel y decir: "no tenemos un solo as, se ha perdido la parte buena de la baraja, ni siquiera los comodines nos acompañan". Pero siempre intentamos hacer flotar el plomo.
¿Te dije alguna vez que odiaba tu sonrisa enclenque pidiendo perdón? o tu incomprensible manera de follar? o tu maravilloso inconformismo capitalista? Tuvimos la oportunidad de hacerle saber al mundo que los polos opuestos pueden derretirse. Vamos! ahí fuera hay diez millones de locuras inimaginables, ¿por qué no podemos saber que somos perfectamente incompatibles y a la vez vulnerables el uno frente al otro?
No sé qué sentiste la última vez que nos vimos, pero te aseguro que yo esta noche siento una verdadera repulsión hacia mi sentimiento de seguridad, de estabilidad, de que aquí no pasa nada por haber dejado un polvo a medias. El polvo que pudo haberse convertido en el relato más insólito que los años hayan conocido. O más desastroso. Pero fue imperdonable dejarlo a medias. Cuando no sabes si catalogarlo como triunfo o fracaso, estás ante un claro fracaso. Conocerte fue quizás un triunfo, pero no escribir un final fue el mayor fracaso del mundo.
Supongo que ahora estás enamorado de esa chica, y no te culpo, quizás es la mujer de tu vida, no lo sé, pero lo cierto es que tengo la sensación de que encajáis.
Yo sé que tú no eres el hombre de mi vida, lo sé, caray! pero un polvo contigo, retomar la historia, pegárnosla contra el hielo o acabar como conocidos pero con un final escrito sería algo magnífico.
Porque aquí lo que prima es el intento.