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lunes, 20 de octubre de 2008

La dieta del café de medianoche.

ventiún gramos de más en el aire y de menos en mí.]


.Un lunes que aún transcurre mientras se pone el pijama para guardar un largo letargo hasta dentro de otros siete días. Una taza con café hirviente que atravesó mi garganta hace más o menos una hora. Ahora, 23:23. Las obligaciones las he cumplido, a medias; sin que ellas hayan cumplido del todo conmigo. Y las musas llegan, apuran los posos del café y se quedan un rato conmigo. Tampoco dicen nada interesante, bah..cosas banales, pero no importa, a estas horas una tampoco tiene tanto que hacer si no es dormir o despertar al vecino con el volumen de la música.
Con esto de quedarse despierta hasta tarde ya me aseguré de que alguien pusiese pegamento en las sábanas para mañana a las siete de la mañana. Pero no será más que otro martes, con el arte a primera y los idiomas extendiéndose durante el resto del día.
Me atrevería ahora incluso a no definir al invierno como rutina. De vez en cuando una puede permitirse estas cosas de quedarse despierta escribiendo, luego leyendo, luego extrañando, y por fin, sobre las dos de la madrugada, durmiendo. Hay que joderse, y todo esto por el módico precio de una taza del café de mamá.
Por qué los medicos no recomiendan de vez en cuando esta dieta del negro néctar de medianoche?


Y hoy que no me encuentro la nariz, hoy que no me sale ni dormir; no le pongas miel a la verdad, que si ando muerta es de tanto resucitar.]


http://es.youtube.com/watch?v=bWVhok3s70Q&feature=related


No eran las esquirlas del rencor, eran telarañas en el corazón..]

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